Respuesta al artículo El Partido Vive, del profesor Jaime Suchlicki, Director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami, patrocinado por la Fundación Bacardí, entre otros donantes.
Con respecto a su artículo, El Partido Vive, al cual me he tomado el atre-vimiento de hacerle algunas correcciones en el español para incluirlo en nuestro modesto tabloide, quisiera, si usted me lo permite Profesor, agregar-le algunos comentarios sobre sus ideas.
En primer lugar, estoy de acuerdo con usted en el sucinto análisis del pro-ceso de contracción en las estructuras partidistas cubanas en las últimas dos décadas (aunque el lenguaje de “purgas” no acaba de convencerme), pero quiero señalar algunos puntos al respecto.
Creo Profesor, con el mayor respeto, que usted cae usted en el mismo ana-cronismo del concepto caudillista de nuestros ancianos próceres batistianos locales, siempre fascinados por la figura del Hombre Fuerte y eso, no les permite ver el bosque detrás de los árboles.
La realidad es que existe una sociedad cubana, formada y preparada en estas cinco décadas de Revolución y puede que nos guste o no, pero tienen sus pro-pios líderes, conciencia e ideales. A ellos corresponderá el futuro de una nación de doce millones dentro y dos fuera y no a otro caudillo implantado del exterior, aunque sea financiado (ampliamente financiado diría yo), pre-sentado y apoyado por las bayonetas (aunque ese es otro tema).
Esta fascinación con el Caudillo, el Hombre Fuerte, el Prócer, el Papá de todos nosotros, continúa primando en muchos analistas y estudiosos, a veces más inclinados a complacer a los donantes que a su propio cacumen, lo cual no sólo me parece estúpido, si vamos a usar un lenguaje fuerte, sino además ton-to.
Apartándonos del concepto tarúpido (y es una palabra mía, no está en los diccionarios, pero acomoda a tarados y estúpidos), considero que el Gobierno y las instituciones cubanas están tomando la actitud correcta, contra una Ad-ministración fenomenalmente Tarúpida en Washington DC.
En tiempos de crisis es vital juntarse, agrupar a los fieles y contar los centavos, estableciendo las alianzas más ventajosas que puedan conducirnos a un futuro, si no tan luminoso como pudiera ser la paz con el vecino poderoso, al menos a una supervivencia honorable.
No creo exista nada imprudente con eso y además, un estudioso como usted, con acceso a información abierta y clasificada, conoce bien la actitud de la Revolución cubana y sus dirigentes en estos casi 50 años, de establecer con-tactos, conversaciones y diálogos positivos con las Administraciones nortea-mericanas.
Claro está y estoy de acuerdo en que siempre bajo ciertas condiciones. Por supuesto, siempre hay límites a todo, y en este caso se trata de contactos y conversaciones sobre la base de puntos esenciales, como pudieran ser el res-peto mutuo y a la soberanía.
Tampoco podemos ver nada malo en eso. Por ello, sin pretender enmendarle la plana en lo más mínimo, Profesor, quisiera finalizar esta nota de Los hombres mueren el Partido es inmortal, como dijera nuestro Apóstol, las ideas siempre triunfan sobre la fuerza.
Por lo tanto no le demos más vueltas al asunto, esto no es un problema ge-neracional o de ancianidades. La Revolución cubana es un hecho. Existe un pueblo educado en sus valores y eso, señor Profesor, no lo derrotan ni Mari-nes, ni billetes verdes.
Coral Gables, FL, Julio 13, 2006