Vivimos tiempos cruciales en el desarrollo de la humanidad. La vida del ser humano está en peligro, el planeta se arriesga a desaparecer, si no detenemos a tiempo esta fuerza atroz y descabellada del Imperialismo Nazi-Fascista. Pero la forma de derrotarles existe y está en nuestras manos: la unidad.
En estos momentos es imperioso e imprescindible unirnos, y salvar la raza humana, el planeta, para las futuras genera-ciones. Esta es nuestra deuda con la historia y con nuestros propios hijos.
Sabemos que lograr esta unidad no es fácil, más cuando el imperialismo nos teme unidos, y hace todo a su alcance para mantenernos aislados y débiles, desde usar la propaganda engañosa, hasta crear falsos líderes e infiltrar nuestras filas de traidores y peones del imperio. Pero es tarea nuestra depurar nuestras filas y fortalecernos.
Hay que empezar por unir a todas las fuerzas progresistas, de izquierda, ecologistas, luchadores civiles, etc., en un fren-te cohesionado Anti-Imperialistas; y no hablamos de sueños ni imposibles, pues las condiciones para ello existen, vea-mos:
Hoy más que nunca antes existe un fuerte movimiento popular casi unánime en contra de la Guerra, del Imperialismo Norteamericano y su bloque de vasallos; existe una enorme repulsa a la figura del señor George W. Bush, crece la lucha por los derechos civiles tanto en EE.UU. como en el resto de las grandes potencias, hay un elevado descontento por el desastre del Neo-Liberalismo y las fórmulas capitalistas, que han llevado a nuestros países a una profunda e insalvable crisis, que parece sin salida.
¿Cómo es posible entonces que no podamos aglutinar todas estas fuerzas en un frente único e indivisible?
Sí en los anos 1960- 1970, cuando el gran auge de la lucha por los derechos civiles, salían a las calles manifestantes en número de 20,000 y 30,000, y eran considerados como un movimiento fuerte y pujante; cómo es posible que hoy sal-gan a las calles en cifras sin precedentes de 200,000 250,000, 1'000,000, y hasta 2'000,000 de personas (como ha ocu-rrido en ciudades de Francia e Inglaterra, recientemente), y no seamos capaces de capitalizar, organizar y dirigir estas fabulosas fuerzas en aras del bien común: salvar el planeta, derrotando al imperialismo.
Para lograr la unidad, debemos dejar a un lado mezquinos intereses personales y económicos, y pensar en el sacrificio y el esfuerzo como mejor recompensa por el bien de la humanidad.
Debemos buscar los líderes de cada movimiento y en cada país, y que cuenten con el apoyo mayoritario o unánime de todos, que tenga la humildad, carisma y poder político de convencer y unir fuerzas.
El peor enemigo que puede haber en el movimiento progresista es aquel que nos divide o corrompe, y a ese más que nadie, hay que combatir y excomulgar de nuestras filas. Debemos ser celosos guardianes de la cohesión, la unidad y la pureza de nuestras fuerzas, y nunca perder la idea central: La lucha contra el Imperialismo.
Una vez logramos esa Unidad monolítica y organizada, se pasaría entonces a la actividad progresista coordinada y sóli-da, para dar respuesta a cada mal que se imponga.
Cada pueblo encontrará cual es la vía adecuada a sus condiciones objetivas y subjetivas, habrá que ser creativo e inicia-dor, y no copiar fórmulas prefijadas que no respondan a nuestras realidades.
Habrá que combatirles en todos los frentes; por ejemplo habría que orear una especie de contra-media; o sea una pode-rosa empresa informativa, que con la verdad real, objetiva y amena, sea capaz de enfrentar y derrotar la nociva, tergi-versadora y mentirosa propaganda imperial. Para ello habría que reunir recursos venidos de personalidades y organiza-ciones progresistas que cuenten con ellos, y así ir creando la media progresista. Por ahora los esfuerzos todos que hagamos en la Internet son muy importantes; pero hay que hacer más, de forma que lleguemos a cada persona del pla-neta.
Por otro lado, el papel que han de jugar nuestros intelectuales progresistas es de gran importancia, siempre teniendo en cuenta que se puede criticar al amigo; pero nunca usar propaganda hostil y devastadora, que destruya la unidad, y sirva como instrumento de ataque en manos del enemigo. Esto es casi una traición al movimiento progresista, y no se debe tolerar.
Seria iluso pensar que, un hombre "progresista", por miedo o con cuidado de salvar su vida ante la atrocidad imperial, trate de congraciarse con el imperio, criticando a las fuerzas de izquierda o progresistas del mundo; sería esto bien iluso pues, no tenga la menor duda de que, más tarde o más temprano, el imperialismo tratará de exterminarnos, uno a uno; por la simple razón de que nosotros somos sus enemigos naturales; y aún con más desprecio lo haría con aquellos que a última hora se convirtieron en traidores de la humanidad.
Este es, en fin, un llamado a la unidad de todas nuestras fuerzas; porque estamos convencidos que no hay gobierno del mundo por poderoso que sea, que no caiga ante el empuje de todo su pueblo volcado contra el. Por eso, tenemos que unirnos, organizar y dirigir a nuestros pueblos como única forma de salvarlos del desastre a la que el Capitalismo en su fase última y terminal, nos arrastra con todas sus guerras, crisis y conflictos.
¡Unidos somos invencibles!