El nuevo orden mundial del caos
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Un presidente impuesto y una política internacional necia
  En Washington gobierna hoy, un presidente impuesto por la Corte Suprema de EE.UU. y que pareciera vivir en el viejo oeste americano, donde florecían las pistolas y la violencia, y los carteles de Se buscan vivos o muertos. 
  Surgido incluso de una de las elecciones más dudosas y fraudulentas en la historia del país, donde el estado controlado por su hermano Jeb, decidió probablemente su investidura en la Casa Blanca.
  Emanado de tan turbias aguas, parece incluso decidido a imponer un nuevo orden mundial de caos y miedo. Y es hora de que despertemos a esta realidad y le detengamos.
  Cualquier parecido con el exitoso Los sopranos de HBO es pura coincidencia. Con la diferencia de que aquí no se trata de una serie televisiva, sino de la vida dura, dolorosa y palpable que vivimos los más de 6000 millones de seres humanos que habitamos el planeta.
  Volviendo al lejano oeste, el último cartel de Vivo o muerto parece no ha da do sus frutos: Osama Bin Laden no aparece ni vivo ni muerto; y por todos los últimos indicios, parece pudo escapar al vecino Pakistán y de ahí al mundo, y sigue vivito y coleando. 
  Con esta realidad, puede decirse que la guerra inhumana contra al pueblo Afgano fue un fracaso rotundo: no tienen a Bin Laden, y después de arrasar con todo un pueblo e imponer un gobierno servil al gobierno de Bush, ese país es hoy más inestable que nunca.
  Siguen las guerrillas en las montañas, incluso miembros de Al Qaeda diseminados por el mundo y en las elevaciones fronterizas. Ejemplos de tal inestabilidad salen día a día en la prensa, incluso conservadora, donde aparecen desde intentos de atentados contra el impuesto presidente de Afganistán, ataques y bombas contra los soldados de EE.UU. estacionados en la zona y otros.
  Esa es la realidad, aunque las grandes transnacionales de la información lo nieguen; y nos entretengan con nuevas guerras y la cacería brutal que realizaba un francotirador en la propia capital del país.
  Sucede que la sangre de los pueblos no puede ser borrada con propaganda a lo Coca-Cola.
  Ahora tratan de cubrir un error y un fracaso, con otro mayor: Irak.  Así desvían la atención sobre el fracaso mortal de Afganistán y logran, como lo están haciendo, que sólo se hable ahora del ataque a Irak, mientras apenas se menciona ya a Bin Laden.
  Después de todo no conviene recordar los errores. Ya el Congreso aprobó el uso de la fuerza contra Irak, en manos del señor Bush. Esto, a pesar de que la mayoría del pueblo norteamericano está en contra de un ataque unilateral sin apoyo de la ONU.
  Según las últimas encuestas de CNN-Gallup el 56 por ciento, así piensa. Y esto son sólo estadísticas conservadoras, sin contar las miles de manifestaciones que se dan a lo largo y ancho del país en contra de la guerra, tanto que hace recordar los años donde el pueblo protestaba en contra de la guerra de Viet-Nam.
  Cabe preguntarse pues: ¿Cómo es posible que el Congreso apoye un proyecto al cual se opone la mayoría del pueblo al que, supuestamente, ellos deberían representar? ¿Qué democracia es ésta, donde se apoyan medidas tan anti-populares?
  O acaso, llegamos a la conclusión de que el Congreso no representa los intereses de todo el pueblo, sino al de las Corporaciones e Intereses que sí se benefician en gran medida con la guerra.
  ¡Y esta es la democracia que pretenden imponer a nuestros pueblos!
  Por suerte, la loca guerra contra Irak tiene detractores no sólo dentro del noble pueblo norteamericano, sino en todo el mundo, quedando prácticamente aislado este país del resto de la humanidad, a excepción de Inglaterra e Israel, e incluso en caso del primero, con gran oposición interna.
  Dentro del Consejo de Seguridad de la ONU y dentro de los países con derecho a veto, tienen la oposición de Rusia, Francia y China. Esta realidad los frena y ojalá triunfe la razón y los intereses nobles del mundo y los pueblos, y se detenga a tiempo esta nueva masacre del imperio.
  Más, esta Guerra contra el Terrorismo no es realidad, sino una vía del imperialismo de tratar de alargar sus días y su existencia, a través de imponer un sistema en crisis y peor aún sin soluciones a los graves problemas de la humanidad: a través del miedo y el terror.
  Analicemos pues, los hechos:
  La economía de EE.UU. está en grave recesión, aumenta el desempleo, el costo de la vida y los índices económicos Dow Jones y NASDAQ han caído a niveles sólo comparables con la gran depresión de 1933, en aquel Martes negro financiero.
  Todo esto unido a los escándalos de corrupción de las grandes corporaciones, el desaliento en el consumo, la frustración y la desesperanza económica.
El imperialismo para su desarrollo y sustento, ha creado una inmensa y compleja red de naciones, a las cuales explota sus recursos naturales y materias primas, y con mano de obra barata. Pero la explotación se agota y la mano de obra ya no soporta más la esclavitud. El modelo Neo-Liberal es un fracaso y desde la Patagonia argentina hasta el Japón, se sienten los desastres, con la gravedad de que ya no tienen soluciones dentro del marco capitalista. Esa inmensa red que lo alimenta y nutre, ya se le viene en contra y será factor importante en su destrucción.
Por ello, la salida que encuentran es la guerra, el miedo, el terror, como en los peores momentos del imperio Nazi.  Só1o falta el bigotito moscatel en el impuesto Bush, y su homónimo de Der Fürer, pues el resto ya está en marcha.
No puede comprender el señor Bush que esta política de Guerra, miedo y muerte, sólo recogerá el odio de los pueblos, eternizando en la memoria de la humanidad la naturaleza asesina y criminal de un adversario abusador y despiadado.  No puede comprender que con esta política sólo fomenta el "extremismo Kamikatzee" y la posibilidad dolorosa de otros 11 de Septiembre.
Más en cambio EE.UU. con todo su poder y recursos, podría ser más inteligente y creativo. Debería, ya que es un gran imperio sin adversarios en el mundo, llevar ayudas económicas desinteresadas, sin ataduras ni adeudos del FMI, o del Banco Mundial, a todos los pueblos necesitados, ayudando realmente al desarrollo de estos, aumentando la importación y exportación de sus recursos. 
Debería también dejar de ser el gendarme y policía del mundo y ahorraría todos esos recursos para pagar y fortalecer la ONU y la formación de una verdadera Coalición Internacional, donde sean miembros todos los países del planeta que ayude a solucionar los conflictos entre países, y de ser adecuado, siempre sin intervencionismo foráneo, ayudar y consolar los conflictos internos. 
Cerraría todas las bases militares en el mundo, en cambio enviaría Comisiones de Paz y Amor a cada pueblo; delegaciones de Médicos, Maestros, Científicos, Artistas que harían cerrar todas las heridas creadas por tanto daño en intervenciones y golpes de estado, y convertiría ese odio en amor y así en seguridad y tranquilidad para el pueblo americano.
Con todo el poder económico de este gran país, no habría competencia que se le aproximara; los ricos darían más a los pobres, y entre todos, se lograría una clase social media, con iguales ventajas y beneficios para todos. Entonces el mundo sería mucho más feliz y seguro, que el que tenemos ahora. El Caos dejaría lugar al verdadero Orden y la Armonía.
Es una pena que en la mente del señor Bush, no haya lugar para la creatividad y la mejoría para el ser humano. Y es una pena incluso para él mismo, porque de proseguir por este camino del Caos, sólo recogerá destrucción y el rencor de los pueblos.
Es hora de despertar, de ver esta realidad y detenerla, antes de que caiga el último telón de Los Sopranos y entonces sea demasiado tarde.
¡Siempre hay esperanza: la humanidad es la esperanza: actuemos!.
Por Ramón Labañino Salazar