Ni más, ni menos
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Editorial
  En días recientes hemos sido testigos del retumbar de plañideras y el eco de bravatas contra quienes decidieron no financiar tertulias de picadillo y café cubano.
  Lo que cada cual haga con su dinero es su problema.
  Cuestionamientos éticos aparte, de aquello de la obligación moral de quienes viven de la familia cubana y deberían retribuirle el favor.
  Pero ése es otro problema. El de hoy tiene que ver con la manutención de quienes han decidido vivir del punto cubano y no precisamente de la música.
  Estos vividores han hecho de la radio en español una tribuna que más allá de la defensa de los intereses de la nación -a uno y otro lado del mar- suena a trapiche y no precisamente azucarero.
  Es el mismo esquema de uno y otro bando, pues éstos desertores aprendieron bien la lección: lo que paga no es la integridad y el profe-sionalismo, es venderse al mejor postor.
  Por supuesto que quien tiene amigos tiene un central, como decía la canción y como muchas otras cosas, éstas funcionan en La Habana y en Miami, sobre la base de la percepción de la realidad y de los integreses de determinados grupos de poder.
  El hecho del casete bajo el brazo -ahora se estilan los e-mails- para impresionar a los necios y venderse como los nuevos 007 del exilio, con nombres retumbantes de tertulias de cuatro gatos y programas en estaciones de a cuarta, hasta ahora ha resultado.
  Sobre todo donde importa para estos personajes, en los cheques de agencias de viajes, charteadores y otros "negocios" relacionados con Cuba, establecidos todos en Miami.
  Pero nada en la vida es para siempre.
  Quisiéramos aclarar a la altura de este punto que este humilde periódico, desde su fundación en 1999 nunca y jamás ha recibido un centavo de instituciones u organismos cubanos, ni siquiera recomendaciones para obtener fondos.
  Malvivimos de los anuncios y de la buena fe de los hombres de negocios que creen en la integridad de nuestro esfuerzo, a pesar de que nuestra pequeña obra no les represente pesos y centavos. Les da descuentos en sus impuestos, pues la publicidad es deducible, pero ésa es otra historia.
  Aquí todo el mundo es voluntario, menos nuestro heroico y mal pagado repartidor quien como los mambises, a punta de machete defiende nuestra presencia hasta en las agencias de viajes.
  Volviendo a los vividores de marras, se asustan ahora al perder su jugosa tajada quienes ven secarse esa fuente de suministro ante quienes no encuentran la ventaja de mantener programas e instituciones que no representan nada, no sólo para sus negocios sino para la comunidad cubana de la cual viven estas agencias  y charteadores.
  En Miami, como en La Habana, como en otros lugares, estamos en un nuevo siglo, se necesitan otras voces y argumentos nuevos.
  Sobre todo, ya es transparente que quien tiene como principio complacer no hace periodismo, ni tiene integridad.
  Tenemos sufuciente de esto en la prensa exiliada,  muchas gracias.
  Recuerden señores, las lecciones de la escuela: "La Patria es ara y no pedestal".
  Nunca vimos a nuestros próceres aceptar dinero de un gobierno extranjero para trabajar por la libertad de Cuba. Ahora, quienes se dicen cubanos y hasta quienes juraron otra bandera y con ello prometieron defenderla- deberían tener la integridad de olvidarse de complacer para vivir sin trabajar.
  ¿Es mucho pedir?.